martes, 3 de febrero de 2009

Encuesta al Monchi Mir, “el Mesías de Psico”


Padre del Santi (que asoció a Los Andes de Ledesma desde la panza), profesor de Multimedia y periodista de Alejo Ledesma, si bien maneja el abanico completo de la información, se le sale el alma cuando se trata del deporte de la redonda. Con datos que reventarían más de una Pentium, te habla de promesas que nadie conoce (y llegan!) y de fútbol pretelevisión.
Acompañó en los primeros pasos a Dalla Costa, desde el arco, la defensa y la tecnicatura, donde se quedó para darnos grandes triunfos, sobre todo ese que obligó a la facu a construir una vidriera especial, la del trofeo de Campeones del Torneo de la Reforma Universitaria, edición 2002, año en que la copa llevó el nombre de Andrés Dalla Costa… No podíamos verlo partir a otra facu!
El Mesías es dueño de un realismo que a veces nos dolía, pero fue en base al análisis franco de nuestras cualidades y las de los rivales (muchos de ellos superiores en los papeles), que el Monchi nos inauguró las vidrieras, nos dejó en la historia grande del Fútbol 11 universitario y, sobre todo, lo dejó al pelado Andrés descansando entre nosotros.

¿Siempre se venda los tobillos de la misma forma? ¿Está seguro de que lo hace bien?
Me vendo los tobillos desde los quince años. Cuando juego parece que tuviera los dos pies con el mismo vendaje pero no es así. La forma en que me vendo desde hace 8 años es con el estilo Peralta – llevando la venda siempre hacia el lado de adentro del pié – no estoy seguro de que sea efectivo porque Peralta siempre sufrió esguinces de tobillos y eso me deja dudas- él dice que se lo recomendó Saulo Beldrón durante una de sus primeras experiencias luego de egresar como fisioterapeuta.¿servirá…?
En una época intenté vendarme por sobre la media porque estaban de moda el Tata Martino, el Yaya Rosi y Jose Luis Villarreal, pero no di´resultado: el botín se “comía” la media y por ende me arrastraba el vendaje.

¿Qué cosas del fútbol, de las que usted hace en una cancha, son las que más les dan placer?
En mis épocas de arquero atajar un mano a mano cuando el delantero intentaba la gambeta larga hacia fuera era el éxtasis máximo. Poder adivinar hacia adonde iba a enganchar para anticiparme con un manotazo mientras me arrojaba hacia delante era puro placer. La dificultad se generaba cuando me tocaba un delantero rápido y teatrero, de esos que te dan bronca porque siempre buscan engañar a los ingenuos árbitros y entonces – como yo me arrojaba con los ojos cerrados- estaba en serios riesgo de cometer penal, situación que ocurría en un 98 % de la veces.
Ahora que me convertí en rudo defensor la jugada que más me divierte es cuando un delantero tiene todo para definir, llegar con la punta del botín y sacarla al corner para verlo como rezonga tomándose la cabeza por la oportunidad perdida.
También me gusta retener la pelota en el banco de suplentes cuando mi equipo va ganando por mínima diferencia y faltan pocos minutos.

¿Tiene algún ídolo de esos que no han trascendido mucho? Descríbalo.
En un capitulo de un libro futbolero titulaba “Yo lo ví jugar a Martino” por el gran Rinaldo que fue figura de un recordado equipo de San Lorenzo de Almagro. El título para el capitulo de mi libro sería “Yo lo ví jugar a Marino”. Pocas veces en una cancha hubo un jugador con la espontaneidad para resolver una jugada y la paciencia para definir frente al arquero con miles de argumentos.
Un jugador para tirarle la pelota y esperar que el rival sacara del medio. Salud al gran Julián.

Cuéntese alguna anécdota especial de su vida futbolera.
No tengo anécdotas porque mis anécdotas son largas historias de cada partido que jugue desde que era niño y hasta ayer.
Me acuardo de todo lo que me pasó dentro de una cancha – desde que no me di cuenta de la diarrea en el recreo de la escuela y seguí jugando hasta que tocó la campana, hasta el día en que Andrés Dalla Costa quedó inmortalizado cuando intentó someter a un delantero rival durante la ejecución de un tiro de esquina.
Yo estaba en la cancha cuando Julián pidió ir al banco de suplentes para poder terminar el repaso de una materia y también atajaba para psicología mientras Bocón Beltrán orinaba en la línea de cal durante un partido. También me tocó perder: en cancha de Belgrano de Arias me di vuelta desde el banco de suplentes para insultar a la hinchada cuando el arquero de nuestro equipo atajó un penal, el árbitro hizo repetir la ejecución y él lo volvió a atajar. Al terminar el partido una vieja arengaba al resto de los hinchas para que me peguen mientras el técnico me llevaba abrazado al vestuario. La señora enojada por no encontrar respuesta a su pedido decidió tomar venganza por mano propia y al grito de “Vamos mangas de cagones”, me encajó un patadón en el culo para que la recuerde por siempre.

¿Qué puesto le gusta más? ¿Por qué?
Me gustó ser arquero, posición ingrata si las hay pero son épocas para despuntar el vicio como jugador de campo por eso hace mucho que no atajo en un partido, ahora soy un defensor ferreo, ubicado, que corre poco y no se complica. En realidad acomodo “el camión” de más de 100 kg. Pongo el cuerpo y la dejo salir afuera o la punteo para los laterales. Siempre quiero ganar y tengo poco margen para regalar un chiche en la defensa, pero estoy conforme en ese lugar. Una vez improvisé de volante central y fue lo que más me gustó – todo pasa por ahí- siempre hay juego y si uno se ubica corre poco. Je je.
Me sentí muy cómodo en la dirección técnica y es lo que me espera cuando el sobre peso rompa alguna formación ligamentaria en rodillas o tobillos.

¿Jugó alguna vez borracho y/o drogado? ¿Cómo le fue?
Nunca jugué borracho ni drogado aunque confieso que dirigí al equipo de psicología en la final con arquitectura con una resaca importante después de haber bebido varias copas la noche anterior.
Creo que lo peor fue haber atajado con el estómago lleno en un partido de reserva. Hacía 15 minutos que habia terminado de almorzar canelones y faltó el arquero, yo fui como hincha a ver a Los Andes y como todavía estaba fichado en el club acepté jugar.

El potrero de la infancia…
En mi casa paterna, un terreno junto a las vías del ferrocarril con piso de tierra y escombros, los arcos hechos de palos cortados de las ramas más largas de algún olmo que debía tener orqueta en uno de los extremos para asentar el travesaño, las redes de bolsa de papas que se rompían en cada gol.
A la dificultades que presentaba el terreno había que agregarle un peligro extra en la casa lindera donde doña Rufina se negaba a devolver cualquier pelota que pasara por sobre el alambrado que separaba los terrenos. Su argumento era que le destrozaban las plantas y como castigo nos demoraba la entrega del balón entre dos y tres días.
La solución era ir a golpearle la puerta del quiosco para comprar algún caramelo y mientras se entretenía con la venta otro compañero cruzaba el alambrado y retiraba la “caprichosa”.
Se jugaba entre ruinas que habían quedado de una panadería perteneciente a mis abuelos; la jornada futbolera largaba después de la siesta de mi viejo y duraba hasta que entrara el sol, en partidos a muerte de tres contra tres y a diez goles.
…Ya se me fue otra lágrima.

¿Algún arrepentimiento futbolístico?
No es un arrepentimiento pero sí una necesidad volver a jugar para Dalla Costa al menos por un rato y tengo la sensación que eso está cada vez más lejos. Se siente de otra manera el fútbol entre amigos.
Creo que de adolescente debí darle más importancia. Los tiempos de novias me interferían en el entrenamiento.

¿Qué gol festejó más como hincha? ¿Cuente la experiencia?
Como hincha de fútbol lo que más festejé fue una atajada. Jugaban Sarmiento y Los Andes una final de campeonato en Canals y se definió por penales. Todavía lo veo al Toro Miño volando hacia la derecha para atajar el último penal que nos dio el campeonato del 96.
Si sirve les cuento que grité mucho el gol de Omar Catalán que hizo a Cruzeiro en Bello Horizonte y Racing se quedó con la Supercopa.
Más atrás está el gol del gordo Martín Pardo.


Su peor expulsión.
Cuando empecé a integrar el equipo de primera de Los Andes jugábamos un clásico en la segunda fecha del torneo de la liga de 1995. El partido estaba uno a cero a favor nuestro y en condición de visitante. Faltando cinco minutos para terminar se va una pelota al lateral, cerca del banco de suplentes, la tome en mis manos y se la arrojé en la cara al tipo que iba a realizar el lateral.
El árbitro me expulsó y para no cruzar por enfrente de los hinchas rivales salté el alambrado y me quedé enganchado con la línea de púas de la parte superior, destrozando el pantalón. Me dieron tres fechas y nunca supe por que lo hice.

¿Qué siente que es lo mejor que hace en este juego?
Analizar los partidos antes de jugarlo y saber lo que va a ocurrir sin dejar que me sorprendan las alternativas. Siempre supe que a arquitectura le íbamos a ganar por la mínima diferencia. Estaba tranquilo y casi ebrio con un calor agobiante y el bombo de Pereré retumbando en los oídos.

¿Alguna vez el fútbol le facilitó mujeres… o algo?
Las mujeres siempre me fueron esquivas, creo que no alcancé a afianzarme en primera porque los técnicos sabían que no me iba a servir para ganar mujeres y pensarían que era desperdiciar oportunidades para otros. Cuando fui DT

Un ídolo famoso. ¿Por qué?
Abelardo Vallejos, el “NinJa”. No es famoso pero una vez que Racing jugaba en Córdoba me firmó un autógrafo.
Si “Petaco” y Julián fueran famosos serían ellos.

¿Qué es lo peor que hizo en una cancha?
Ya conté más arriba lo de mi expulsión. La otra es que me pasé todo un partido puteando a un delantero que jugaba para Los Andes – el Pucho Silva-, el negro cobraba como Cristiano Ronaldo y no hacía un gol jamás. Una vez metió uno en un clásico y me lo vino a dedicar pero lo seguí puteando.

¿Y lo mejor?
Lo mejor que pude hacer en una cancha fue compartir con los amigos una pasión como es el fútbol. En Dalla Costa jugué pòcos partidos pero fui muy felíz, igual cuando jugaba para psicología en las épocas de Bocón, siempre salía satisfecho por el compañerismo y el optimismo pese a las derrotas que se sucedían una tras otra.
De los amigos que hice en el fútbol tengo los mejores recuerdos. No se puede vivir sin jugar un partido de fútbol.

¿Ha cobrado por jugar?
Hubo épocas en que nos daban un sobre con $20 o $30 a principio de campeonato en Los Andes. Era sólo un incentivo de entrada porque después hacíamos una vaquita para que reconecten la luz y poder entrenar.

¿Cuándo compró o le reglaron su última pelota?
La última que me regalaron fue a los 10 años, pero no había tanto problema porque en el barrio teníamos tres o cuatro para armar los picados. Hay una de cuero legítimo que tiene como 25 años y hasta hace poco tiempo la guardaba en mi casa.
Me acuerdo que a los 12 años aprendí a hacer las costuras de pelotas de fútbol con dos agujas y el hilo engrasado que no se cortaba.
Siempre le regalo pelotas de fútbol a mi sobrino o hijos de los amigos porque me parece el mejor regalo que un pibe puede tener.
Me pone muy felíz cuando mi hijo Santiago se desespera por jugar con una pelota Nº 2 que le regaló mi viejo, no la puede ni agarrar pero grita y se ríe cuando se la pateo contra las paredes.

Jugador famoso que más odia. ¿Por qué?
No siento odio por ninguno pero a Martín Vilallonga le guardo mucho rencor por un gol que desperdició sobre la hora contra Independiente en un clásico de Avellaneda, había eludido al arquero y con el arco libre se lo perdió, siempre me quedó la bronca porque no pudimos ganar el clásico y por su pasado en el “Rojo”. Y no me gusta la “bruja” Verón porque juega parado y hace como que corre, le pega a los rivales violentamente y los árbitros no lo amonestan, cada vez que lo rozan se queja y pide amarilla. Habla mucho con la prensa para justificarse y cuando fue al mundial se cagó.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridos amigos de Dalla Costa.
La pasé genial en el cumple. Gracias Martín, Rolo, Marquitos, Herni, Maxi, Trumpet, Bocón por su hermosa presencia.
Trumpet imitó con maestría a Arjona y Fito en el Karaoke y arrancó varios gritos femeninos.
Herni se lució con el cuarteto y en la alegría.
Maxi analizó el signo acuario con maestría y tiró algunos tiritos que no entraron.
Martín me dio consejos, se ganó una revista Paparazzi en el sorteo y se llevó una torta Grido.
Rolo se tiró a la pileta con Kirka y se ganó un llavero musical.
Todos se desafiaron al Ping Pong (Rolo ganó varios partidos).
Lo conocieron a Chita (un personaje).
Al final los terminé hechando (me disculpo por ello, es que tenía que viajar a Rosario).

Abrazo para todos.

Gonza.

Anónimo dijo...

Che, no conozco a este chabón. Pero... ¡Cuántas historias atrás de un pequeño gran grupo de amigos!

Me pregunto si cuando 70 años haya vivido, serán éstas las perseveraciones que me acudan, y no los relatos de cómo gané el premio nobel 2023, o cómo participé en la última revolución africana, en dónde desde Antananaribo se armó la nueva potencia mundial...

A veces divago. Mis disculpas. Pero la pregunta es genuina.

Anónimo dijo...

El día de esa final mi hermano, Pereré, encontró un blazer azul en una boca de tormenta. Se lo puso y tocó el bombo todo el día. Fue un día de agosto caluroso, 25 grados fácil. Dolía de verlo! Pero el tipo ya estaba anestesiado. Un abrazo a mi hermano!
Maxi

Anónimo dijo...

Que vuelva Nuestro Parapsicólogo Monchi!!!!... leyeron esto?:
¿Qué siente que es lo mejor que hace en este juego?
Analizar los partidos antes de jugarlo y saber lo que va a ocurrir sin dejar que me sorprendan las alternativas. Siempre supe que a arquitectura le íbamos a ganar por la mínima diferencia. Estaba tranquilo y casi ebrio con un calor agobiante y el bombo de Pereré retumbando en los oídos....
Yo lo creo porque escuché cosas muy parecidas previo a que pasaran... GRANDE Y GRACIAS POR SIEMPRE MONCHI

David