viernes, 6 de junio de 2008

La idea

Miren este fernet, muchachos… artesanal!, dijo el Negro, botella en mano, mientras el gordo estrujaba la cubetera para que salten los hielos. Vaso en alto y brindis de por medio, me pareció el momento justo y tiré la foto arriba de la mesa. Se hizo un silencio cortito, más que nada para juntar aire y largar la carcajada.
- Mirá este, tenía pelo!
- Y este otro, tenía abdominales!
Desfilaron todos ante la crítica. Desfilamos, digo. Y con la jeta aún acalambrada, volvimos al mito. Al origen, a la prehistoria, a las distintas versiones… Che? ¿Cómo era qué surgió el nombre? ¿Y el año? Una vez más escribíamos el Génesis y una vez más agradecí a la memoria de los dos evangelistas que avivaban la mesa. A largo plazo y de ancho alcance. Profunda y detallista, histórica y humorística.
- ¿Te acordás del día que lo pusiste al Chelo y lo sacaste a los cinco minutos?
Ahí me mataron. Porque no recordar bien lo ajeno, vaya y pase, pero esa anécdota me tenía como protagonista! Y juro que no me acordaba. Quizá a modo de reivindicación de ese jugadorazo que es el Chelo Iluminatti. Pero lo cierto es que el gordo y el negro no paraban de reírse mientras se turnaban para detallar la historia.
Después vino otra, como pasa siempre, y otra más. El bajativo negro elaborado en Nono había cumplido bien, pero nos abandonaba. Y con él las risas daban paso a las ideas. ¡La de cosas que disparó una foto! Una sola!!
Muchachos, mujeres de los muchachos, hijos de los muchachos… padres, abuelos, amigos, maestros, alumnos de los muchachos dallacostianos… bienvenidos al museo! Espacio que tiene ganas de convertirse en galería de fotos, videos y todo lo que de alguna manera aluda a nuestra historia. Museo de material y de todas las referencias que cualquiera pueda hacer sobre el mismo. Y museo también en su primer sentido, es decir, ahí donde las musas andan dando vueltas, a disposición de quien quiera combinar el arte de la memoria con cualquiera de los otros.

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